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miércoles, 5 de diciembre de 2012

El manantial (The fountainhead)





" Unos dominan, otros se someten, yo escogí dominar "



Nos metemos de lleno con éste clasicazo de King Vidor, tras unas semanas de parón por cuestiones laborales, un título que me parece, a priori, realmente complicado de analizar. Más que complicado en sí mismo, creo que hay muchísimas cosas que comentar a su alrededor, posiblemente muchas de ellas se me quedarán en el tintero, pero para eso tenemos unos lectores del todo concienzudos que sin duda apostillarán más de un detalle.

Película estrenada el año 1949, y basada en la novela homónima de Ayn Rand en el año 1943, fue dirigida por uno de esos nombres del cine como Howard Hawks, Mankiewic, George Cukor o Billy Wilder, el gran King Vidor (El gran desfile, Duelo al sol, Guerra y Paz) e interpretada por el galán de culto Gary Cooper y la bella Patricia Neal. Nos cuenta la historia del arquitecto Howard Roark (Cooper) desde su salida de la universidad con una particular visión del mundo, que entraña la modernización de la arquitectura académica, hasta su llegada a las cotas más altas del éxito. Un hombre que debe enfrentarse al gremio que representa, enmarcados en conceptos clásicos y anticuados, incapaces de evolucionar hacia sistemas modernistas. En su periplo logrará entrar en contacto con Dominique Francon (Patricia Neal) de la que se enamorará obsesivamente, esposa del magnate y líder de opinión Wynand. Roark logrará no sólo imponer sus modelos rupturistas, sino conseguir un gran aliado en la figura de Wynand, y gracias al periódico, tabloide de gran éxito, que le brindará un apoyo imprescindible para estar en boca de los nombres más importantes de la ciudad. Pieza clave de ésta historia será también Ken Smith, amigo de universidad de Roark, tipica sanguijuela que se sirvió de los conocimientos de su amigo para lograr el éxito, y que desencadenará el dilema, tanto en Roark como en la sociedad, sobre el valor individual de una virtud y su puesta al servicio de la sociedad. Debate sometido a un juicio público, auténtica carnicería sin piedad, por el columnista del periódico, experto en arte y arquitectura, Ellsworth Toohey, avivado también, claro, por la reacción del propio Roark al ser consciente de lo que esa colectividad ha hecho con su obra.

La película parece contar con una razonable fidelidad a la novela, a pesar de que Ayn Rand no salió para nada satisfecha del resultado final, tampoco lo hicieron Cooper ni Patricia Neal, quienes se encontraron con un discurso ideológico que realmente no comprendían (por lo que cuentan las fuentes de la época), especialmente por el interés que Rand tenía en que los diseños de los proyectos arquitectónicos fuesen realizados por el arquitecto Frank Lloyd Wright, que es en quien se basa el personaje de Roark en la novela. Una película en la que encontramos una figura muy al estilo de Randolph Hearst en Wynand, o al estilo del famoso Ciudadano Kane, utilizando un personaje con tantísimos matices para dinamizar la trama mediante sus intereses personales, personaje que pretende la redención para acabar vendiéndose de nuevo ante los poderes fácticos imparables, o sea, el dinero. Frente a él se presenta el personaje de Roark como una idealización de la virtud impoluta, sin una pizca de maldad ni de autoengaño, nunca traicionará sus principios hasta las últimas consecuencias.

Hay un mensaje ideológico clarísimo que plantea un dilema, aunque en mi opinión hay varias lecturas ideológicas al respecto. Por un lado, la novela coincidía con la filosofía objetivista randiana, que era representada por el personaje de Roark: dicha filosofía sostiene que existe una realidad independiente de la mente del hombre, y entramos en contacto con esa realidad mediante los sentidos y procesamos dichos datos mediante la razón. Sostiene que el propósito moral de la vida es la felicidad, o interés propio, y que el único sistema que puede conceder dicha felicidad es el capitalismo puro. Y éste y no otro es el debate que plantea la película, cuál debe valer más, el individualismo de Roark al defender sus ideas hasta las últimas, y violentas, consecuencias, o la colectivización que defiende Toohey, al pedir la utilización de los diseños de Roark para construir viviendas sociales eficaces, óptimas y con una racionalidad arquitectónica.
Es decir, tenemos una virtud absolutamente individual, la magia de ese genio que es Roark para construir conceptos fuera del alcance de cualquier arquitecto de la época, y dicha magia pretende ser utilizada para fines supuestamente superiores a la persona individual, fines que están al servicio del colectivo. Parece claro que nos pretenden presentar un debate, capitalismo-comunismo, sobre todo pensando en la época en que nos encontramos, año 1949 con el comienzo de la ruptura de relaciones entre los aliados y la inminente llegada de la Guerra Fría.

La película, mediante la perfecta construcción de los personajes y guión, nos lleva por un camino claramente marcado, por un lado el malo irremediable es Toohey, que podría perfectamente ser uno de esos miembros despiadados de los Kominterns, que pretende defender a la sociedad por encima del individuo, y aprovechar dichos recursos de Roark, en su supuesto perjuicio, para el bien de familias pobres de la ciudad. Por otro lado tenemos al "caballero sin espada" Roark, un hombre íntegro que jamás traicionó sus ideales ni su virtud, que al ver mancillado su arte decide volar por los aires viviendas destinadas a una especie de protección oficial, para familias sin recursos, y ya puestos casi se lleva por delante a Patricia Neal.
Pero según avanza la película descubriremos que los intereses de Toohey no son para nada los de ese talibán que en un principio nos presentaban, sino más bien intereses personales, codiciosos, ególatras, individuales, es decir, la película identifica la colectividad en la figura de Toohey y realmente no es lo es, sino lo que vemos realmente es otra versión, corrupta, del capitalismo que representa, esta vez sí en una versión idealizada y pura, Roark.

Por tanto, en mi opinión, ese debate se presenta viciado, pues Toohey nunca será ni puede representar los intereses de la sociedad. Obviando ese punto, el debate sería, ¿debe Roark prestar su arte, a pesar de traicionarse a sí mismo para lograr un bien colectivo?, en este caso la construcción de viviendas para familias pobres. O, por otro lado ¿debe perseverar el interés individual de Roark, mantener íntegro su arte, aún suponiendo el perjuicio para cientos o miles de familias? Es decir, la película pretende presentar un dilema individualidad frente a colectividad, aunque en mi opinión la figura de Toohey desvirtúa ese dilema. Si esta figura fuese realmente lo que pretende ser, las preguntas deberían ser las anteriormente formuladas. La abstracción del debate es interés individual - interés colectivo, capitalismo - socialismo (ojo, no comunismo), y la singularidad sería integridad de su arte - viviendas accesibles para familias sin recursos. Personalmente creo que el debate debe surgir en la abstracción, pues en la singularidad del mismo creo que, sin el vicio del personaje de Toohey, por pura humanidad debería prevalecer el bien colectivo, las viviendas sociales.

Para terminar, decir que supone un clásico imprescindible, con muy buenas actuaciones y una trama entretenida, presenta un debate, obliga a pensar al espectador, y tiene numerosos puntos de análisis de interés, película que merece la pena visionar más de una vez.